Catulo es el máximo representante de la poesía del yo, aquella
que explora la intimidad del artista mostrándola al lector a través de
sus relaciones personales, ya sea en un entorno real o ideal. Inspirado
por la poeta griega Safo, Catulo explora y profundiza en algo que todos los
poetas posteriores a él utilizan: la invención de la amada como tema del
poema. La relación amorosa no tiene por qué ser real; en ocasiones, y
ejemplos hay cientos, la excusa de la amada da pie para hablar acerca
del amor. Otras veces, por el contrario, hacer poemas sobre el amor
sirve al poeta para ocultar sus emociones o la persona a la que van
dedicados esos versos.
Pero en Catulo también se encuentran ejemplos de
lo que conocemos como poesía del tú y poesía del nosotros. Catulo tiene
poemas soeces de crítica, de burla, de sátira, rozando el insulto
personal a veces; y también poemas sobre mitología, extensos poemas en
los que se dan cita leyendas y mitos.
No obstante, Catulo ha pasado a la historia por su poesía amorosa. Uno de sus poemas más conocidos y estudiados es el número 5, que dice así:
No obstante, Catulo ha pasado a la historia por su poesía amorosa. Uno de sus poemas más conocidos y estudiados es el número 5, que dice así:
Vivamos, querida Lesbia, y amémonos,
y las habladurías de los viejos puritanos
nos importen todas un bledo.
Los soles pueden salir y ponerse;
nosotros, tan pronto acabe nuestra efímera vida,
tendremos que vivir una noche sin fin.
Dame mil besos, después cien,
luego otros mil, luego otros cien,
después hasta dos mil, después otra vez cien;
luego, cuando lleguemos a muchos miles,
perderemos la cuenta para ignorarla
y para que ningún malvado pueda dañarnos,
cuando se entere del total de nuestros besos.
Un poema precioso, que inaugura, como dice el título de esta entrada, el tópico literario del basia mille. El poeta, enamorado, dirige a su amada Lesbia, estos versos en los que sueña desbordarla y ser desbordado por miles y miles de besos, tantos que la cuenta se pierda, que nadie pueda seguirla, que quien espíe ese amor (quizá prohibido, como luego será el amor de toda la poesía trovadoresca) enloquezca al saber el total de los besos dados y recibidos. La pasión amorosa en Catulo sobrepasa cualquier límite.
Nuestro poeta, como después harán otros muchos, centra en Lesbia (aunque a veces también en Juvencio) sus poemas de amor. Sea Lesbia en Catulo, o Laura en Petrarca, Beatriz en Dante o Elisa en Garcilaso de la Vega, esa figura femenina muchas veces es una idea del amor, que el poeta visualiza en una amada en concreto, musa para toda su poesía.
Pero volvamos a ese poema 5. Los últimos siete versos suenan así, en latín original:
…Da mi basia mille, deinde centum,
dein mille altera, dein secunda centum,
deinde usque altera mille, deinde centum.
dein, cum milia multa fecerimus,
conturbabimus illa, ne sciamus,
aut ne quis malus inuidere possit
cum tantum sciat esse bassiorum
Ahí tenemos el tópico literario del basia mille. La traducción que tenemos arriba pertenece a la editorial Alianza. La Poesía completa de Catulo la podemos leer (en edición bilingüe) en la editorial Hiperión.
y las habladurías de los viejos puritanos
nos importen todas un bledo.
Los soles pueden salir y ponerse;
nosotros, tan pronto acabe nuestra efímera vida,
tendremos que vivir una noche sin fin.
Dame mil besos, después cien,
luego otros mil, luego otros cien,
después hasta dos mil, después otra vez cien;
luego, cuando lleguemos a muchos miles,
perderemos la cuenta para ignorarla
y para que ningún malvado pueda dañarnos,
cuando se entere del total de nuestros besos.
Un poema precioso, que inaugura, como dice el título de esta entrada, el tópico literario del basia mille. El poeta, enamorado, dirige a su amada Lesbia, estos versos en los que sueña desbordarla y ser desbordado por miles y miles de besos, tantos que la cuenta se pierda, que nadie pueda seguirla, que quien espíe ese amor (quizá prohibido, como luego será el amor de toda la poesía trovadoresca) enloquezca al saber el total de los besos dados y recibidos. La pasión amorosa en Catulo sobrepasa cualquier límite.
Nuestro poeta, como después harán otros muchos, centra en Lesbia (aunque a veces también en Juvencio) sus poemas de amor. Sea Lesbia en Catulo, o Laura en Petrarca, Beatriz en Dante o Elisa en Garcilaso de la Vega, esa figura femenina muchas veces es una idea del amor, que el poeta visualiza en una amada en concreto, musa para toda su poesía.
Pero volvamos a ese poema 5. Los últimos siete versos suenan así, en latín original:
…Da mi basia mille, deinde centum,
dein mille altera, dein secunda centum,
deinde usque altera mille, deinde centum.
dein, cum milia multa fecerimus,
conturbabimus illa, ne sciamus,
aut ne quis malus inuidere possit
cum tantum sciat esse bassiorum
Ahí tenemos el tópico literario del basia mille. La traducción que tenemos arriba pertenece a la editorial Alianza. La Poesía completa de Catulo la podemos leer (en edición bilingüe) en la editorial Hiperión.
Juan Manuel Rodríguez Tobal nos traduce así esos últimos versos:
…Pero dame mil besos, luego ciento,
después mil otra vez, de nuevo ciento,
luego otros mil aún, y luego ciento…
Después, cuando sumemos muchos miles,
confundamos la cuenta hasta perderla,
que hechizarnos no pueda el envidioso
al saber el total de nuestros besos
Como se puede ver es algo diferente a la de la editorial Alianza. Y es que, como dice una máxima italiana, tradurre è tradire, traducir es traicionar. Y si no, fijaos en la ¿traducción? que Cristóbal de Castillejo (1490-1550), en pleno Renacimiento español, hizo del poema de Catulo.
Dame, Amor, besos sin cuento,
asido de mis cabellos,
y mil y ciento tras ellos,
y tras ellos mil y ciento,
y después
de muchos millares, tres;
y porque nadie lo sienta
desbaratemos la cuenta
y contemos al revés.
La traducción se ha convertido en toda una versión libre. Y, a pesar de que aparezca el tópico del basia mille, el destinatario no es una mujer en concreto, sino el Amor en general. Aquel Lesbia del verso original se ha diluido y se ha transformado en toda una idea del asunto amoroso.
Así es como los temas, los poemas y los poetas se vuelven universales.
…Pero dame mil besos, luego ciento,
después mil otra vez, de nuevo ciento,
luego otros mil aún, y luego ciento…
Después, cuando sumemos muchos miles,
confundamos la cuenta hasta perderla,
que hechizarnos no pueda el envidioso
al saber el total de nuestros besos
Como se puede ver es algo diferente a la de la editorial Alianza. Y es que, como dice una máxima italiana, tradurre è tradire, traducir es traicionar. Y si no, fijaos en la ¿traducción? que Cristóbal de Castillejo (1490-1550), en pleno Renacimiento español, hizo del poema de Catulo.
Dame, Amor, besos sin cuento,
asido de mis cabellos,
y mil y ciento tras ellos,
y tras ellos mil y ciento,
y después
de muchos millares, tres;
y porque nadie lo sienta
desbaratemos la cuenta
y contemos al revés.
La traducción se ha convertido en toda una versión libre. Y, a pesar de que aparezca el tópico del basia mille, el destinatario no es una mujer en concreto, sino el Amor en general. Aquel Lesbia del verso original se ha diluido y se ha transformado en toda una idea del asunto amoroso.
Así es como los temas, los poemas y los poetas se vuelven universales.
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